Artículo publicado en el Boletín Informativo Municipal (B.I.M.) de Miguelturra nº 339 en abril de 2022.
En la mañana del jueves, 24 de septiembre de 1908, se encontraron en las inmediaciones de Miguelturra José Castellano Mora y Narciso Castellano Romero. Narciso preguntó a José cuándo iba a pagar la deuda que tenía pendiente con su suegro. José contestó airadamente a su interlocutor, y Narciso, irritado al oírle, le lanzó varios golpes con un palo causándole varias lesiones en los brazos, cabeza y parte posterior izquierda del tronco. D. Casio Clemente, médico-titular de Miguelturra, fue requerido para que asistiera y curara a José. Tras hacerlo, dio parte al Juzgado Municipal.
El lunes, 12 de octubre de 1908, tenía previsto celebrarse
en el Juzgado Municipal de Miguelturra el juicio de faltas de José contra su
agresor, Narciso; pero José, en lugar de comparecer en el juicio se fue en un
carro hasta el Hospital Provincial de Ciudad Real donde pidió ser reconocido por
un médico de este establecimiento. El médico que lo reconoció comunicó al juez
municipal que José padecía «varias contusiones de primero y segundo grado en el
lado izquierdo de la espalda y brazo izquierdo», y «una intensa congestión
pulmonar del lado izquierdo». El agredido interpuso una denuncia en la
Audiencia Provincial de Ciudad Real contra el agresor y los médicos que le
habían atendido en Miguelturra. Un año después, el lunes, 11 de octubre de
1909, D. Daniel Sánchez Vizcaíno y D. Casio Clemente López recibieron la
notificación en la que constaba que quedaban procesados en unión del agresor,
por los delitos de falsedad y lesiones respectivamente.
Hasta tres años después del procesamiento, el viernes, 29 de
noviembre de 1912, no se celebró el juicio oral en la Audiencia de Ciudad Real.
En él, a pesar de que el fiscal pidió la absolución de los médicos, el juez
tuvo más en cuenta los argumentos de la acusación particular y condenó a Casio
y a Daniel a cuatro meses y veintiún días de arresto mayor por falso
testimonio. Los médicos no se conformaron con la sentencia que les condenaba e
interpusieron un recurso de casación por infracción de ley contra la sentencia
en la sala segunda del Tribunal Supremo de Justicia.
En este Tribunal con sede en Madrid, continuó el proceso. El
abogado que representó a los médicos basó su defensa en dos aspectos. Por un
lado, que ellos habían actuado con total honestidad teniendo en cuenta los
medios materiales de los que disponían; de hecho, en su informe hablan del
dolor que aqueja a José al cual no encuentran explicación (es posible que el
lesionado tuviese la congestión pulmonar que descubrió el médico del Hospital
de Ciudad Real, pero ellos no la detectaron). Por lo tanto, el tribunal de
Ciudad Real había confundido un posible error profesional con un falso
testimonio. Y, por otro lado, que no existía, por parte de los médicos, ninguna
finalidad ni intención lucrativa ni de ningún otro tipo que explica la comisión
del acto delictivo, es decir, faltaba en este caso el elemento intencional
constitutivo del delito.
La defensa de los médicos utilizó un informe que resultó
definitivo y que pidió elaboraran varios médicos comandados por el prestigioso
doctor D. Tomás Maestre Pérez (doctor en Medicina, Director del Instituto de
Medicina Legal y Toxicología y miembro de la Real Academia Nacional de Medicina
de España).
Así, el lunes, 21 de abril de 1913, se conoció la sentencia
absolutoria del más alto tribunal de la nación para los dos médicos de
Miguelturra. En ella, el juez afirmaba“…
bajo juramento emitieron dictamen… de que el señor Mora se hallaba
completamente curado de varias lesiones …, no encontrando explicación (añaden)
a los dolores de que se quejaba, y esta advertencia espontánea y precautoria
establece una duda explicable ante las deficiencias de la ciencia médica al
alcance de los declarantes…”; “… comparecido el lesionado en el Hospital
Provincial cinco días después, se le apreció por los médicos de este
establecimiento benéfico la persistencia de las equimosis o contusiones de
referencias, es de estimar jurídicamente que tan importante deducción, por sólo
la existencia de estos signos exteriores, no determina, por modo necesario,
falsedad especifica en lo dictaminado por los primeros médicos… y mucho menos
puede determinar tal falsedad… ni que los recurrentes faltaran en su informe a
lo que realmente sabían o entendían, condición característica para incurrir en
sanción penal.”
Este caso tuvo una gran repercusión en aquellos años, ya que la comunidad médica lo tomó como un gran triunfo de la profesión y se volcó con Casio y Daniel. Así, ambos médicos, escribieron una carta de agradecimiento (imagen) en la Revista Sanitaria de Toledo el 23 de mayo de 1913.
Por otro
lado, el 10 de julio de 1913 el insigne doctor y autor del “Manual del
Practicante” (libro de texto de referencia para quienes estudiaban esa
carrera), Arturo Cubells Blasco escribe en la prestigiosa revista de medicina
publicada entre 1911 y 1936, “España Médica”, un amplio artículo que titula
“Dos médicos perseguidos por la Justicia” haciendo una numantina defensa de los
dos médicos en la que concluye: “Es verdaderamente lamentable lo sucedido.
Es triste que durante cuatro años hayan estado los médicos de Miguelturra bajo
el peso de la acusación de los falsantes y sujetos a los sinsabores y
responsabilidades de un proceso, pero, al fin, hay que felicitarse de que el
más alto Tribunal de la nación haya hecho cumplida justicia”. Por último,
el domingo, 12 de abril de 1914 en el Palace Hotel de Madrid, recibieron a las
18:00 h. D. Casio y D. Daniel un homenaje de la clase médica española “por la
absolución e injusto procesamiento con motivo de funciones médico-forenses”.
Por cierto, el letrado que defendió a los médicos y que,
según la prensa de la época, “supo llevar al ánimo de los jueces la
convicción de la inocencia de sus defendidos” tiene nombre y apellidos: D.
Rafael Gasset Chinchilla; ¿les suena?
Daniel Sánchez Vizcaíno: Ejerció como médico titular
de Miguelturra desde los primeros años del siglo XX hasta finales de 1917.
Casio Clemente López: Tras obtener el título de
Bachiller en la Universidad de Sevilla, en 1886, estudia Medicina obteniendo
por oposición la plaza de alumno interno en el Hospital General de Madrid en
1890 y licenciándose en junio de 1893. Entre 1895 y 1898 es médico provisional
del ejército en Castellón, pasando posteriormente a la reserva. Desde finales
del siglo XIX es médico titular de Miguelturra. Su labor como médico fue más
allá de las fronteras locales, así, en 1911 es nombrado médico agregado del
servicio de Ferrocarriles del ramal de Ciudad Real en Miguelturra,
perteneciendo luego a la Asociación de Médicos ferroviarios. Posteriormente
llega a ser Vicepresidente de la Asamblea de Médicos Titulares de la Federación
de Sanidad Civil (1913) e inspector Municipal de Sanidad (desde 1919). En mayo
de 1930 es congresista en el II Congreso de Sanidad Municipal de Zaragoza y en
enero de 1932 participa en la Asamblea extraordinaria de Médicos Titulares
celebrada en el salón de actos del Senado en Madrid. En sesión plenaria del
Ayuntamiento del 24 de noviembre de 1936 se aprueba su jubilación. Además
de su labor como médico, fue un hombre muy culto, llegando a tener una gran
biblioteca que luego heredaría su sobrina política, Mercedes Fisac. También,
hay que destacar que a nivel local fue durante muchos años Hermano Mayor de la
Hermandad del Cristo, contribuyendo a su engrandecimiento y siendo el principal
propulsor de la obra de reconstrucción de la cúpula de la Ermita que estaba en
un estado calamitoso. Las obras finalizaron en 1931 y costaron 154.631 pesetas
recaudadas en Miguelturra.
Tras su jubilación se fue a vivir a Daimiel (de allí era natural su esposa) donde falleció en agosto de 1948.
Fuentes: Diario de Córdoba (07/09/1886 y 29/06/1893), El Eco de Daimiel (23/07/1890), Anuario Militar de España (1898), Anuario de Ferrocarriles Españoles (1911), El Debate (22/04/1913), Revista Sanitaria de Toledo (01/06/1913), España Médica (10/07/1913 y 15/05/1930), La Correspondencia de España (18/10/1913 y 10/04/1914), Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real (16/07/1917), La Voz de Aragón (07/05/1930), El Imparcial (19/11/1930) La Voz (11/01/1932), Boletín Oficial de Médicos de Ciudad Real (12/1935), Lanza (01/09/1948) y BIM (10/2011)
Bravo! J.Gago
ResponderEliminarGracias Jesús
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