“En serio y en broma” es una recopilación de poesías satíricas del controvertido (por su intensa vida personal y profesional) y prolífico autor Manuel del Palacio publicada en el año 1905. El libro está dividido en capítulos y en el primero de ellos titulado “Chispazos” (poesías cortas de diferentes temáticas) menciona a Miguelturra, en concreto, como ocurre en muchos de estos autores, situándola como el lugar de nacimiento de un personaje, en este caso Tomás Ozores. Este fragmento en el que aparece el nombre de Miguelturra es una nada disimulada crítica satírica a la medicina y a los médicos:
De drogas harto y doctores
el pobre Tomás Ozores,
vecino de Miguelturra,
sólo con leche de burra
puso fin a sus dolores.
Y hoy, al recordar sus males
de que no guarda señales,
dice con mucha verdad:
“Si no es por los animales,
me entierra la Facultad.”
La editorial que publicó el libro “En serio y en broma” fue la Editorial Ibero-Americana y así define en el mismo al autor: “Es una de las figuras más simpáticas, queridas y populares de la literatura contemporánea. Su lira tiene todos los registros y su genio todos los matices, no sabiendo en realidad que admirarse más en su fecunda obra, si las grandiosidades de su inspiración en los asuntos serios y graves, o la chispeante picardía y el ingenio soberano que derrocha en sus trabajos frívolos y pequeños…”
Manuel del Palacio y Simó efectivamente fue un poeta satírico, pero también fue prosista, arreglista de zarzuelas, periodista, empleado público, político y académico de la lengua. También fue muy aficionado a la pintura y poseía una colección personal de lienzos muy importante.
Nació el 24 de diciembre de 1831 en Lérida, hijo de un militar que también cultivó las letras y peleó contra los ingleses, contra los franceses en la Guerra de la Independencia y contra los carlistas navarros, terminando finalmente trabajando como tesorero de la Hacienda pública. Los diversos destinos de su padre condujeron su infancia a Soria y su juventud a Valladolid, donde se graduó de bachiller, para pasar luego a Galicia (Pontevedra y La Coruña) y en 1851 a Granada, donde perteneció a la tertulia de La Cuerda junto a Pedro Antonio de Alarcón, Moreno Nieto y otros; allí fue donde se despertó su vocación poética.
En 1854 se instaló en Madrid protegido por el rico y extravagante liberal maragato Santiago Alonso Cordero (personaje de algunas novelas de Benito Pérez Galdós) y por el crítico literario Eulogio Florentino Sanz. En Madrid vivió como empleado público, redactor de varios periódicos (El Látigo, La Discusión, El Regulador, El Imparcial, Madrid Cómico, El Pueblo, Blanco y Negro…) y arreglando zarzuelas entre 1859 y 1860. Su hábil versificación y su tono festivo lo volvieron muy célebre, de forma que fue considerado uno de los grandes poetas burlones y satíricos del siglo XIX. De hecho, en esa época sus sátiras en verso de políticos se hicieron muy populares, pero a costa a veces de sonados pleitos por injurias y difamación.
En 1864 funda con Luis Rivera la revista “Gil Blas”, una de las publicaciones satíricas de mayor éxito en España. En 1865 anduvo envuelto en una de las conspiraciones liberales y antimonárquicas del general Juan Prim y en 1867, por un soneto satírico, en el que hacía referencia a la vida amorosa de Isabel II, fue encarcelado y desterrado a Puerto Rico.
De Puerto Rico volvió clandestinamente para participar en el triunfo de la Gloriosa. Entró después en la carrera diplomática y desempeñó puestos en Florencia como primer secretario de la legación española en la Corte de Víctor Manuel II de Italia, cargo que duró hasta noviembre de 1869, y, muchos años más tarde, en Montevideo (1883-1886).
Ya en 1875, asentada la Restauración borbónica en España, fue nombrado inspector de Correos, y luego agente de recaudación para Madrid y procuró granjearse la protección del artífice de la componenda política del turnismo, Antonio Cánovas del Castillo. Ya no era el satírico duro y feroz de los tiempos de Isabel II: escribía poesía histórico-narrativa. Posteriormente fue jefe de sección del Archivo y biblioteca del Ministerio de Estado y presidente de la sección de Literatura del Ateneo de Madrid, acercándose al partido conservador.
En 1894 lo nombraron académico de la Lengua Española ocupando el sillón de la letra h y leyendo el discurso “De cómo la poesía en nuestra patria se halla identificada con el idioma vulgar”
Una de sus más célebres polémicas la mantuvo con Clarín. El gran crítico asturiano dijo que en España sólo había entonces “dos poetas y medio”. Los dos poetas eran Campoamor y Núñez de Arce; el “medio” era Palacio. Éste le replicó con el folleto Clarín entre dos platos en 1889.
Falleció en Madrid el 5 de junio de 1906
Fuentes:
- En serio y en broma de Manuel del Palacio. Editorial Ibero-Americana. Madrid. 1905
- Real Academia de la Historia / Biografías / Manuel del Palacio y Simó