EL AEROPLANO CIUDAD REAL. CONTRIBUCIÓN DE MIGUELTURRA

 

En agosto de 1921 y durante el reinado de Alfonso XIII, España atravesaba un período de inestabilidad política caracterizada por la alternancia en cortos periodos de tiempo de gobiernos débiles en el poder, inestabilidad social con un aumento en la actividad sindical y huelgas laborales demandando mejores condiciones de trabajo y derechos para los trabajadores e inestabilidad económica con un déficit público creciente y una deuda externa considerable que llevó a un periodo de inflación y crisis económica.

Esta crisis se acentuó con tres factores: un proceso de industrialización lento que solo se concentraba en ciertas regiones y sectores y que se enfrentaba a desafíos como la falta de inversión, tecnología y mercados; una estructura económica dominada por la agricultura que se enfrentaba a graves problemas como la baja productividad, la fragmentación de la propiedad de la tierra y las condiciones de trabajo precarias y la guerra en Marruecos que tuvo repercusiones económicas y políticas significativas para España.

La prolongada participación en el conflicto requería una inversión considerable en términos de recursos financieros y humanos demandando préstamos y recursos adicionales para financiar el conflicto. La situación se agravó en julio de 1921 con el desastre de Annual, la mayor tragedia del ejército español en África y tras la que éste quedó en una situación muy precaria.

La magnitud de la derrota, la odisea de las víctimas, los entierros de los muertos y la crueldad percibida sacudió a la opinión pública español y estimuló el patriotismo alentado por la prensa. Pronto surgieron ciudadanos dispuestos a colaborar para mitigar el daño y la precariedad económica ocasionada al ejército.

De un guardia civil de Murcia, José Martínez Vivas, partió la idea que consistía en que cada provincia debía donar un aeroplano al ejército, idea que poco a poco se fue haciendo realidad en todas las provincias alentada por particulares y la prensa e instando principalmente a diputaciones y ayuntamientos a que iniciaran la colecta. Y se fue haciendo realidad, aunque no todas las provincias consiguieron llevar a cabo el propósito. Así pudieron donar aeroplanos Murcia, Salamanca, Zaragoza, Asturias, La Rioja, Cádiz, Palencia, Teruel, Santander, Badajoz, Granada, Gran Canaria, Madrid, Tenerife… y Ciudad Real. Fueron los aviones del pueblo y a cada uno de ellos le pusieron el nombre de la provincia donante.

La provincia de Ciudad Real en 1921, con una economía predominantemente agrícola y una estructura agraria caracterizada por una gran cantidad de pequeñas propiedades y una distribución desigual de la tierra a la que los daños que plagas y temporales que la azotaban agravaba aún más la supervivencia de sus habitantes, no estaba precisamente para muchos dispendios. No obstante, se consiguió recaudar el dinero necesario para que la provincia tuviera su aeroplano.

La iniciativa la tomó el diario provincial más importante de la época, El Pueblo Manchego que con sede en Ciudad Real y un corte editorial católico existió entre 1911 y 1938.

El 13 de agosto de 1921 y desde este diario se lanzaba una campaña para recaudar fondos con el fin de poder adquirir un aeroplano para el ejército. Con este propósito se creó una comisión presidida por el médico ciudadrealeño D. Bernardo Mulleras. Desde ella se instó a particulares, fundamentalmente empresarios, personas pertenecientes a la nobleza y terratenientes a aportar sus donativos. Pero también se instó a todos y cada uno de los pueblos de la provincia a que iniciaran una colecta. Para ello estableció la comisión una ratio por habitante y publicó a través del diario la cantidad de pesetas que tenía que aportar cada pueblo. Fue una forma de presionar para poder llegar a la cantidad de pesetas necesarias para adquirir el aeroplano. En cuanto a quién debía hacer la colecta en cada municipio, al publicar la cantidad que le correspondía a cada uno de ellos en la edición del 24 de septiembre, desde el diario se dejó muy claro con la siguiente frase: “¿Medios? Los alcaldes y los curas lo han hecho todo en Santander”. Por lo tanto, dejaba toda la responsabilidad en los ayuntamientos principalmente y en la iglesia.

Miguelturra contaba en esos momentos con una población de 6670 habitantes y la ratio que le asignó la comisión fue de 0,07 pesetas por habitante. Por lo tanto, en el municipio se debía alcanzar en la colecta la cantidad de 466,90 pesetas.

Tal y como indicaba El Pueblo Manchego la colecta corrió a cargo del ayuntamiento con la ayuda del párroco. El alcalde de Miguelturra en esa época era Don Joaquín Almagro Gómez, mientras que el cura párroco era Don Román Romero. Los benefactores fueron básicamente las personas con mayor renta y finalmente, según publica el diario en su edición del 26 de octubre de 1921, se alcanzó la cantidad de 500 pesetas. Por lo tanto, se superó en 33,10 pesetas la cantidad asignada por la comisión, lo que se puede considerar todo un éxito dado el poco tiempo en el que se recaudó esa cantidad y gracias a la buena voluntad de los miguelturreños.

Al final de la campaña El Pueblo Manchego pudo recaudar 200.000 pts. y con esta cantidad se adquirió un avión Breguet XIV, biplaza que iba armado con una ametralladora.

La entrega oficial al servicio de aeronáutica militar fue el 24 de enero de 1922 en el aeródromo de Cuatro Vientos. Fue realizada por el presidente de la Diputación, D. Antonio Rubio Fernández-Caballero y fue recibida por la infanta Isabel de Borbón. La madrina del aeroplano Ciudad Real fue la marquesa de Viesca de la Sierra (la fotografía de la revista Aeroplano ilustra el momento de la entrega y en ella aparecen, entre otros, la marquesa de Viesca de la Sierra y el piloto Carlos Morenés). 

El recorrido posterior del aeroplano “Ciudad Real” fue breve y estuvo lleno de incidentes. El 9 de febrero de 1922 el aeroplano se trasladó desde Cuatro Vientos al aeródromo de Tablada en Sevilla para allí incorporarse con el resto de aviones que deberían actuar sobre Alhucemas. En el trayecto y debido a inclemencias meteorológicas, el aeroplano tuvo que aterrizar en Ciudad Real entre la carretera de Piedrabuena y la vía férrea, convirtiéndose así en el único aparato de toda España que visitó su provincia donante.

Su primer piloto fue el teniente Carlos Morenés que desgraciadamente falleció cinco meses después en Melilla en un accidente producido en una exhibición aérea.

El aeroplano Ciudad Real participó de forma activa en las operaciones realizadas en la zona occidental de Marruecos en la primavera de 1922. El piloto en estas operaciones fue Juan Martínez de Pisón Nebot.

Las peripecias del aeroplano Ciudad Real finalizaron el 19 de junio de 1922 en Marruecos, cuando el piloto Martínez de Pisón tuvo que realizar un aterrizaje forzoso y, aunque los tripulantes resultaron ilesos, la aeronave fue pasto de las llamas y acabó destruida. 

Fuentes:

Los aviones del pueblo: el aeroplano Ciudad Real / Mariano J. García-Consuegra. Ciudad Real: Diputación de Ciudad Real (Biblioteca de Autores Manchegos; 194) 

El Pueblo Manchego

Aeroplano. Revista de Historia Aeronáutica. Año 2015. Nº 33

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