Ángel Iznardi (Cádiz, 1804 - 1857) fue un periodista,
político y conspirador español que empezó estudios de Medicina en Cádiz, pero
los abandonó por el periodismo en Madrid. De ideología liberal progresista,
frecuentó desde 1828 la tertulia de Salustiano Olózaga, donde conoció además al
criollo cubano Domingo del Monte, con quien intercambió correspondencia
epistolar, a Ramón Mesonero Romanos y a Tomás Quintero. Empezó su carrera
periodística en uno de los pocos periódicos autorizados entonces, El Correo
Literario y Mercantil (1828-1833) de José María Carnerero, y también en el
Boletín Oficial de Madrid. Fue perseguido y detenido por motivos políticos en
dos ocasiones, en 1830 y en 1832, cuando fue conducido a una cárcel de
Miguelturra, de donde tras seis meses encerrado pudo escaparse y marchar a
París. Fallecido Fernando VII y vueltos los liberales al poder, fundó en Madrid
el periódico progresista El Eco del Comercio (1834-1849). Junto con Manuel
Barrios (compañero de logia de Juan de Dios Álvarez Mendizábal), fue quien
organizó la Sargentada de La Granja el 12 de agosto de 1836 por instigación del
citado Mendizábal y de José María Calatrava, futuros ministro de Hacienda y
presidente del Gobierno respectivamente. Fue recompensado nombrándosele jefe
político de Logroño en 1837 y de Córdoba durante la regencia del general
Baldomero Espartero (1841-1843); por su participación en la revolución de julio
de 1854 fue nombrado ese mismo año director general de Correos. Firmó a veces
con los pseudónimos de Darsino Daltico (poesía) y El Mirón (cuadros de
costumbres en prosa).
Efectivamente, Ángel Iznardi pasó cerca de seis meses en un
calabozo en Miguelturra.
Detenido en Tembleque, el 25 de abril de 1832 fue conducido
a Ciudad Real. Tras tres semanas en la capital manchega, llega desde el
gobierno en Madrid una orden al Alcalde Mayor de Miguelturra, D. Vicente Mejía
y Morato, para que proceda a su detención, registre sus papeles y le incaute
sus libros. El 23 de mayo de 1832 ingresa en un calabozo de Miguelturra, del
que logró escapar en noviembre del mismo año.
Durante su estancia en el calabozo de Miguelturra Ángel
Iznardi escribió el poema autobiográfico “Epístola a Montino” en el que
describe así su detención y entrada en prisión:
"Mi caso escucha. Con
furor entraron
en mi modesto hogar
muchos guerreros
y a tu inocente amigo
rodearon.
Al Rey preso gritando
y los aceros
y arcabuces al pecho
dirigidos
de mis vestidos se
agarraron fieros.
¿No has visto en
despoblado los bandidos
arrojarse al incauto
caminante
y aunque indefenso, en
roncos alharidos
Mandarle que se
rinda, y al instante
sus cofres trastornar
y enfurecerse
si no encuentran
metálico sonante?
Pues así los
satélites al verse
fallidos en su
utópico deseo
y cual humo su plan
desvanecerse,
Los papeles y libros
en que leo,
que siempre fueron mi
única riqueza,
con atención repasan;
pero veo
Que es vana su
atención y ligereza
porque entre todos
ellos no hay ninguno
que sepa traducir
lengua francesa.
Veamos el inglés: uno
por uno
al filósofo Pope
toman y dejan
que siempre el ignorante
fue importuno.
Lo negro les estorba:
ya manejan
del gran Homero la
Iliada en griego
y a su vista también
pasmados cejan.
Míranla del revés, la
vuelven luego
hasta que el juez
habló como letrado
diciendo «para mí es
aquesto griego».
Sin pensar lo acertó.
«Pero mirando,
añade, que quizá cosa
importante
puede encontrarse
aquí para el Estado,
Quiero que sin pasar
más adelante
de estos libros se
forme un inventario
y a Madrid se remitan
al instante».
Fue allí ver el
despojo de mi armario
cual si fuera enemigo
campamento
y volar mi trabajo
literario.
De verso y filología
en un momento
labor de muchos años
vi perdida
allí y esto colmó mi
descontento.
Tú que aprecias cual
yo más que la vida
del alma en pasto en
clásica lectura
juzgarás de mi pena
la medida.
Díjeles que a mi
propia desventura
la de inocentes
libros no añadiesen
cuando a ninguno
ofenden sin ventura.
Pero bien que
instruidos estuviesen,
o los guiase su
exaltado celo,
o en aumentar mi mal
se complaciesen,
Ninguno satisfizo mi
desvelo
y estando terminado
el escrutinio
libros, papeles alzan
ya del suelo,
Que pasaron del mío a
su dominio
conduciéndome luego
silenciosos
sin explicar cuál
fuese su designio.
A este pueblo
llegamos presurosos
y arrojado en prisión
húmeda y fría
candado y llaves
cierran cautelosos."
Igualmente, en una carta que envió durante su exilio en París
a Domingo del Monte describe el calabozo en el que estuvo encerrado:
“El día 23 de Mayo antes de amanecer entré en un calabozo
subterráneo de la cárcel de Miguelturra de 18 pies en cuadro con una bóveda de
9 de alto sin más ventilación que la de una ventanilla alta de tres cuartas
ancho y allí permanecí por espacio de seis meses sin que en ellos se me
dirigiera legalmente la palabra una sola vez, [no] se me suministraban auxilios
de ninguna clase a pesar de hallarme sin medios y en pueblo extraño, ni se me
permitiera escribir a mi adorada Madre para hacerle saber en carta que viesen
antes mis perseguidores, que su hijo no había muerto todavía y que la amaba tan
tiernamente como siempre. Después de varias tentativas frustradas, anocheció
para mí más dichoso el día 4 de noviembre y antes de amanecer del 5 me hallé
libre por mis propios esfuerzos, aunque solo y en un campo que pisaba entonces
por la primera vez en mi vida. Las circunstancias de mi evasión y las que
completaron mi fuga de un modo algo maravilloso, no son para fiadas al papel
por razones que no se ocultarán a tu penetración: basta decir que ha sido obra
de algunos meses y que al fin me veo salvo de lo que entonces pesaba sobre mí.”
Curiosamente, el alcalde mayor de Miguelturra que encarceló
a Ángel Iznardi, D. Vicente Mejía y Morato, falleció el 16 de junio de 1836
entre Bohonal del Monte y el valle de Valtuerto (Badajoz, muy cerca de la
frontera con ciudad Real) cuando formaba parte de una partida carlista
comandada por el cabecilla José Jara García.
Fuentes: "Un costumbrista gaditano: Ángel Iznardi (El
Mirón), autor de Una tienda de montañés en Cádiz" (1833) de José Escobar
Arronis. Sevilla. Universidad de Sevilla, 1998
“Sic erat in fatis: la constitución de 1812 : estudio y aportaciones
con motivo de su bicentenario” de
Jerónimo Anaya Flores y otros. Ciudad Real : Ediciones Santa María de Alarcos,
2012.
Kalendario manual y guía de forasteros en Madrid. 1832
La Revista Española (25/06/1836)
El Eco del Comercio (29/06/1936)