TRADICIÓN DE LOS JUDAS. NOTAS SOBRE SU CELEBRACIÓN EN MIGUELTURRA

 Los Judas o peleles son muñecos confeccionados con ropas viejas y rellenos de paja, que representan al apóstol suicida que traicionó a Jesús. Estos muñecos simbolizan el mal, conjugando todo lo malo que ha pasado en la comunidad, por lo que son afeados conscientemente con el fin de crear un personaje burlesco y ridículo, que será colgado, manteado, apaleado, descuartizado o quemado por el pueblo, pues con su destrucción estos males se olvidarán para siempre y se cumplirán los anhelos de justicia de la comunidad cristiana. Esta tradición milenaria resulta del sincretismo entre rituales profanos y religiosos en torno a un personaje que a lo largo del tiempo ha variado su función conservando ciertas costumbres que lo acompañaban. Para algunos autores su origen podría remontarse a antiguas culturas agrarias que practicaban sacrificios humanos para propiciar la fertilidad de los campos. Con el tiempo pasaría a formar parte del carnaval, sustituyendo las víctimas por una figura de trapo o pelele, que sería manteado y despedazado en las calles. Esta costumbre se adaptaría a la religión católica, pasando a celebrarse el último día de la Semana Santa y cambiado el nombre de pelele a Judas.

Esta tradición se ha venido celebrando en Miguelturra de forma intermitente desde hace muchos años y, como veremos ha pasado por las fases descritas en el párrafo anterior.

Antonio Vallejo nos describe cómo se celebraba en Miguelturra alrededor de los años 50 del siglo pasado y que es muy similar a como se ha celebrado en años recientes:

El pueblo de Miguelturra … vivía una antiquísima costumbre… "los Judas", celebración popular de marcado carácter espontáneo e improvisación, con un cierto trasfondo de religiosidad y peculiar sentido de la justicia, todo ello realizado de una manera parda y natural, no exenta de alegría y buen humor, y en la que se aprovechaba para dar rienda suelta a la picaresca o expresión creativa y, por qué ocultar, muchas veces también a lo grosero. Con la celebración de "los Judas", los habitantes de estas tierras expresaban su particular manera de vivir y recordar ciertos episodios de Ia Semana Santa, de forma natural, al margen de manifestaciones religiosas más institucionalizadas…

En las tardes del sábado de Gloria, (entre el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección), era corriente que, amigos y vecinos, generalmente mujeres, se reuniesen en partidas de diez o doce para, espontáneamente, construir un pelele, con el que representar sarcásticamente a Judas, (personaje bíblico responsable de la Pasión y muerte de Cristo).

El pueblo llano manifestaba sus sentimientos, contrarios a la actitud del apóstol, tomando el muñeco que lo representaba y paseándolo por el barrio, bien sujeto, (como antiguamente se hacía con los culpables de algún delito), entre risas, juerga, tragos de limonada y empellones al "judas" que, en este caso, iba sentado y fuertemente atado a una silla vieja que portaban tres mujeres. La "justicia popular" se cumplía cuando, hacia el ocaso de la tarde, tenía lugar el "ahorcamiento del Judas" y su posterior destrozo a palos y pedradas.

El grupo de mujeres, al que esporádicamente se unían algunos hombres, paseaba al pelele por las calles, entonando “los dómine” …

Para el ahorcamiento, que frecuentemente se solía celebrar a la caída de la tarde, se preparaba una larga cuerda con la que atar por el cuello, o bien por la mitad del cuerpo, al "Judas". Luego, cada extremo de la cuerda se enganchaba a un ventanillo alto o balcón. Las puntas de la soga se dejaban caer, y el "Judas" quedaba más o menos en el centro de la calle. Dos personas se situaban junto a las cuerdas y tiraban fuertemente hacia abajo dejando el muñeco colgado, luego soltaban cuerda y tiraban de nuevo bruscamente, lo que hacía subir y bajarlo repentinamente, o bien lo balanceaban, todo ello simulando un ahorcamiento, (forma escogida, según la tradición, por el apóstol para acabar con su vida). Mientras tanto, la comitiva de mujeres y numerosos chiquillos, sorteaba los numerosos y continuos vaivenes del "Judas" y aprovechaban todos para tirarle piedras, pinchar: y apalearle… hasta que, por fin, debido a tantos y fuertes tirones, empujones o golpes, el muñeco se decapitaba y destrozaba…

Por otro lado, Francisco M. Peco, en un artículo escrito para el nº 4 de la revista de la Asociación Malastardes en 2023 sobre el carnaval de Miguelturra y su impacto en la prensa escrita desde mediados del siglo XIX a principios del siglo XX, nos descubre dos publicaciones que hacen referencia al carnaval de Miguelturra. Ambas pertenecen al periódico del partido liberal El Clamor Público que se editaba en Madrid desde 1844. En concreto, las publicaciones referidas pertenecen a los días 27 y 28 de febrero de 1849.

En la publicada el 27 de febrero (fechada en Ciudad Real el 23 de febrero) se dice:

Entre lúgubres y amarillentos blandones, interrumpido por las plañideras voces (que aturdían al auditorio) de su viuda e hijos, auxiliado por dos frailes, gilito uno y otro del Carmen y marchando al compás del funerario y destemplado tambor, hemos visto en la inmediata villa de Miguelturra, el miércoles de ceniza, la secular costumbre de ajusticiar en horca a un cualquiera que se ofrece a tan estupenda carnavalada. Ya que fue abolido el suplicio de horca, bueno fuera que en garrote (vil, porque es mal tiempo de nobiliarias distinciones) se ejecutara este mamarracho que tanto divierte a la masa popular.

Mientras que en la del 28 se relata lo siguiente: 

¡TODAVÍA SE AHORCA!

Con fecha 21 del actual nos dicen de Miguelturra lo siguiente: ¡Qué horror! Lo vemos y apenas lo creemos. Una horca horrible, ese suplicio espantoso abolido por la Reina Cristina, ha estado hoy ofrecido a la expectación pública de esta muchedumbre agolpada a presenciar una escena horrorosa. Un infeliz acusado no se de qué, ni por qué tribunales juzgado, ha sido esta tarde ejecutado después de hacer su largo testamento en presencia del pueblo, (y por cierto que a todos cuantos divisaba en sus últimos momentos decía eran sus deudores) y de dos frailes que le ayudaron a bien morir, con sus hábitos y capucha cual pudieran hacerlo en 1823 en la vuelta del Deseado, uno Carmelita y otro Gilíto. ¡Y esto pasa a vista y presencia de las autoridades! Pues señor, pasó en efecto, y lo mismo sucedería en otros pueblos el miércoles de ceniza por la tarde; por supuesto, de mentirijillas, por ser costumbre de tiempos seculares hacer este mamarracho como el entierro de la Sardina en esa corte: que por ser cosa estupenda nos ha parecido indicarlo a Vds. siguiendo el encargo de anunciarles lo que haya de notable en los usos y costumbres de este país.

El acto al que hacen referencia ambas publicaciones es un ahorcamiento de un muñeco o pelele que sucedió en Miguelturra el 21 de febrero de 1849, miércoles de ceniza para más señas.

Observamos que existe un siglo de diferencia aproximadamente entre la celebración de 1849 y la de 1950. En esos 100 años vemos la evolución a la que hacía referencia en el párrafo introductorio: mientras que a mediados del siglo XIX se realizaba en carnaval, concretamente el miércoles de ceniza, cien años después se hacía ya en Semana Santa, en concreto en el sábado de gloria.

Observamos además otras semejanzas y diferencias entre una celebración y la otra. La principal similitud radica en el aire festivo en ambas con el consiguiente alborozo y jaleo que formaban el cortejo de personas que acompañaban el acto, además del final del pelele, que no era otro que su ahorcamiento y posterior despiece. 

Con respecto a las principales diferencias, la más antigua era protagonizada por dos personas disfrazadas de frailes, uno gilito (franciscano) y otro carmelita; mientras que en la moderna las protagonistas son un grupo de 10 o 12 mujeres. Por otro lado, en la antigua se relataba un supuesto testamento y se acompañaba el acto con el sonido de un tambor, mientras que en la actual los protagonistas musicales son los famosos “dómines”.

Y precisamente, para finalizar estos apuntes a la celebración de los “Judas” en Miguelturra, un ejemplo de dómine recogido de la recopilación de Isaías Palmero y dedicado a una calle de esta población a la que, seguro, ambos tenemos mucho cariño:

(Solista): En la calle de La Corte

(Coro): Dómine

(Solista): A la mejor chica que había

(Coro): Dómine

(Solista): Se le cayó el miriñaque

(Coro): Dómine

(Solista): Qué vergüenza pasaría

(Coro): Dómine, dómine fuiste,

dómine y no pudiste, dómine. Amén


Fuentes: 

Cultura en Red CLM / Los Judas del Domingo de Resurrección en Castilla-La Mancha

La celebración de los Judas en Miguelturra. El canto de “los dómine”. Antonio Vallejo Cisneros. Miguelturra. 1988

El carnaval de Miguelturra durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX a través de su impacto en la prensa escrita. Francisco M. Peco. Malastardes: Revista de investigación Nº4. Miguelturra. 2023

Los chascarrillos de Palmerillo. Isaías Palmero. Miguelturra. 2022


2 comentarios:

  1. Buenas tardes Rafael. He de aplaudir tu artículo y decirte ver a alguien interesarse por su pueblo y sus tradiciones. Es de reconocer tú proclicidad a plasmar evidencias, que sucedidas en otras épocas, son plenamente vigentes para el estudio y la reflexión de los miguelturreño

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por el comentario. Es un honor el investigar cualquier tema referente a Miguelturra y un gran aliciente que causen interés estos temas

    ResponderEliminar

Entradas populares